Sobre la capacidad que tiene la marihuana de inducir a la locura y el aumento de brotes psicóticos en menores
En un post anterior, en el que mostramos algunos datos de interés sobre sobre el consumo de marihuana en la juventud, ya hicimos mención a su potencial capacidad de destrucción neuronal al propiciar la aparición de paranoias, brotes psicóticos y esquizofrenia, que es la peor de las enfermedades mentales. Es decir, la capacidad que tiene la marihuana de inducir a la “locura”.
Sobre los brotes psicóticos, estos vienen presentando un aumento exponencial en los últimos años, pero lo más dramático es que sus victimas son generalmente los menores de edad y son estos “los que más se brotan o enloquecen”. Y no es porque el consumo de marihuana aumenta día a día (que, de hecho, aumenta) sino que se trata de una cuestión que tiene una explicación científica consistente.
¿Por qué están aumentado los brotes psicóticos en menores de edad?
Los seres humanos nacemos con más de 100.000 millones de neuronas que son las células del cerebro que no se reproducirán ni aumentarán en cantidad como sí lo hacen otras del resto del organismo. Lo que sí ocurre, es que éstas van a ir “emigrando” a diversas zonas cerebrales gracias a otras células cerebrales que las “transportan” y que se llaman células gliales.
Todo este proceso se cumple o termina a los 21 años de edad, cuando las diversas neuronas ocupan su sitio correspondiente y entonces ya se puede hablar de un cerebro maduro.
Así pues, las neuronas de la corteza cerebral (que son con las que pensamos, sentimos, hablamos, actuamos, recordamos, aprendemos, etc., y todo lo que nos hace humanos), ya cumplen su funcionamiento a la perfección a esta edad.
Por ello, si el consumo de drogas empieza antes de los 21 años, la probabilidad de que esa persona sea dependiente o adicta a las drogas es de 6 a 9 veces mayor a que si comienza a consumir tóxicos cuando es adulta, que es cuando su cerebro ya está maduro.
Si lo traducimos a un lenguaje coloquial y hacemos una analogía, el ejemplo sería el de un edificio que aún está en construcción y que es víctima de un tsunami: sufrirá un daño y un destrozo mucho mayor en esta fase de desarrollo de estructura, que si lo sufre una vez todos sus sistemas antisísmicos ya están concluidos y son sólidos y robustos.
En conclusión:
El cerebro de un adolescente, que es casi el de un niño, está mucho menos protegido y a merced de la ruleta rusa que significa todo el abanico de catástrofes que esta sustancia puede producir a nivel cerebral, el órgano más preciado y maravilloso de nuestro cuerpo.
Si tras leer esto, piensas que puedes tener alguna adicción o conoces a alguien que la tenga, en Centro Aroboros te ofrecemos un espacio de ayuda eficaz y donde te sentirás comprendido y respetado. Estamos preparados para ayudarte, ¿y tú?